Escritos Sobre Arte Mexicano
Jean Charlot

Editado por Peter Morse y John Charlot

© 1991--2000
Peter Morse y John Charlot

Notas Bibliográficas
Índice


El Grabado en Madera y los Artistas Tapatíos

Se me pide que presente al público una serie de obras realizadas en algunos meses por jóvenes, casi niños, bajo la dirección de Carlos Orozco, cuya revelación en México, hace algunos días, fue motivo de grande regocijo para todas las personas de buen gusto que se ocupan de arte.

Obras de niños y grabados en madera: ambas manifestaciones desdeñadas hace aún muy poco tiempo y de las cuales hoy todo el mundo se ocupa, sea para criticar o sea para elogiar. Entre unas y otras hay afinidades evidentes. Mientras los grabados en metal (aguasfuertes, punta-seca) continuaban siendo el legado de las gentes cultas y por la complejidad técnica se prestaban a las perspectivas y a los claros oscuros académicos, el grabado en madera, de sencilla ejecución, permanecía siendo el medio preferido de las gentes humildes, agradando sus ojos y su espíritu (ilustraciones de corridos o imágenes piadosas). El amor de los humildes por esta técnica le trajo consigo el desprecio de los ricos, lo que dio por resultado muy feliz que los que tallaban madera, artesanos sin ambición, pudieran hacer obras sanas, puesto que eran para gentes sencillas y de buena voluntad. Motivo primordial del florecimiento de la Escuela Popular Mexicana de Grabado (múltiples escenas locales expresadas en un lenguaje "puramente plástico"). Al mismo tiempo las gentes "cultivadas" fomentaban y pagaban las más horribles imitaciones del arte burgués europeo.

En cuanto a los dibujos de los niños, están en relación directa con el movimiento tan discutido bautizado por los críticos de "infantilismo".

Es muy fácil explicar las causas de este movimiento, que no es solamente un capricho de artistas a la caza de originalidad, sino fuertemente razonable: es que los pintores, cansados de complejidades y de condimentos rancios que marcan los últimos periodos del arte, se sienten atraídos, para depurarse hacia manifestaciones más sanas: han observado con ojos amorosos los retablos, los ex-votos, los objetos populares y encontrado en estas obras la savia siempre fresca que poco a poco se había alejado del viejo árbol académico; escoger entre estos retoños y aquel tronco muerto fue obra de razonamiento y no de casualidad. En efecto, el oficio, por mucha perfección y sabiduría que tenga, no vale nada sin el espíritu vital. El artista, buscando este espíritu de vida, se despoja de todos los prejuicios anteriormente adquiridos, pues habiendo partido de una pista falsa quiere renacer, ser niño de nuevo. De aquí partió el momento de transición que produjo un montón de pinturas desiguales, donde la busca del espíritu condujo a los más extraños resultados: primitivos o decadentes, como se quiera, pero desequilibrados en suma. Para escapar de las obras de hábil oficio, pero sin espíritu (academismo), se cayó en las obras llenas de alma, pero sin oficio ("fauvismo"). "En arte, como en todo, la perfección debe residir en el equilibrio". Este fue el descubrimiento de los jóvenes actuales, que, cansados de las oscilaciones de sus mayores, se lanzaron hace muy poco tiempo a la busca de ese ansiado equilibrio, que siempre ha sido el legado de los períodos llamados "clásicos".

Lo que quiere decir que el interés de las obras de los niños es más relativo que absoluto. En los períodos de floración clásica han tenido razón al menospreciar estas manifestaciones. En un momento como por el que atravesamos actualmente, estudiar obras infantiles es razonable y puede contribuir al renacimiento de la sana tradición.

El interés de las pequeñas obras que presento aquí es por lo tanto muy especial: la técnica del grabado en madera ha comunicado a sus trazos una certeza, un aspecto definitivo que nunca tendrá un simple dibujo. La función (jamás realizada antes de ahora, que yo sepa) de estos dos hechos rústicos: la imaginación del niño y el tallado en madera realiza por sí sola una armonía segura. Por lo demás, no se trata de obras únicamente "interesantes": el retrato de C. Orozco por M.M. de Orozco, por la pureza en el dibujo, la selección de elementos característicos, y hasta la fuerza fisiológica, lleva sus pasos de la obra curiosa a la obra bella, evadiéndose del "originalismo" para aproximarse a lo clásico.

Esfuerzo como el que realiza este joven grupo amerita ser elogiado y muestra que el movimiento actual se extiende de México a todo el país y de las artes mayores a las menores.

Este movimiento (obra de todo un grupo y no de un individuo) irradia ya fuera de la República, en tanto que en ella los críticos lo ignoran por ceguera o lo niegan por maldad.

 

Prólogo como Presentación de un Grupo de Grabadores en Madera

Notas sobre la Conversación con Doña Carmen Rubio de Vanegas Arroyo

PREVIOUS
NEXT