Escritos Sobre Arte Mexicano
Jean Charlot

Editado por Peter Morse y John Charlot

© 1991--2000
Peter Morse y John Charlot

Notas Bibliográficas
Índice


Modelado

Yendo más allá de la cuestión de los medios accesorios (talla, modelado), por importante que sea, hay la diferencia entre pintura y escultura. La pintura está hecha para ser vista desde un punto de vista (del ojo normal al plan pintado). La escultura vive de la sucesión de puntos de vista. Cuando un plan de la escultura aparece perpendicular al ojo, infinidad de otros aparecen en escorzo y el ojo va descubriendo alrededor de la escultura, desde cada punto de vista, un nuevo juego de proporciones. La pintura sugiere la profundidad, el bulto, con imitación más o menos dócil de modelado instantáneo de los cuerpos representados, es decir, inmovilizando la luz. La escultura, presentando tres dimensiones en realidad, puede hacer abstracción de la luz (gozar de una escultura al tacto, como hacen los ciegos) o la emplea como canal para hacer llegar al espectador una percepción de valor táctil del objeto esculpido. Estudiar una escultura bajo diferentes luces es profundizarla, conocerla mejor. Múltiples puntos de vista, luz no localizada son características de la escultura y se aplican tanto al objeto modelado como al tallado.

El modo de trabajar y el material empleado importan esencialmente sobre el valor táctil de la superficie de la escultura. Esta apreciación de la "piel" de una obra, por importante que sea, no es esencial. Apreciar una escultura es, ante todo, empleando los múltiples puntos de vista referidos antes, "encubarla", apreciar el volumen, o sea, el espacio contenido en el objeto, abstracción hecha de las apariencias del momento y de la calidad superficial. Es por eso que buenas esculturas--aunque el pulido de la superficie haya sido destruido por la erosión (ver esculturas aztecas en piedras volcánicas)--conservan su belleza plástica esencial; conservando su volumen, en cuanto obras de tendencias más naturalistas que estéticas (ciertos mármoles anatómicos griegos) pierden todo su valor estético y se vuelven repugnantes cuando pierden el valor imitativo de la superficie (piel humana).

En el volumen facticio ideado por el artista consiste propiamente la creación escultórica en sí, si la escultura no hace referencia a objetos naturales, por comparación subconsciente entre el objeto tallado y su modelo natural, si hay asunto declarado. Tal comparación puede ser fuente de emoción estética grande; y si, como en la escultura negra, la escultura, sin dejar de presentar al menos tanta fuerza de convicción como el modelo mismo, presenta con éste variaciones de proporciones muy importantes, aumenta la intensidad de la emoción recibida. El escultor como el arquitecto debe concebir de adentro para afuera, ideando un esqueleto o armazón (tratándose de tallados), el cual, aunque teórico, sostendrá su obra, la cual, trabajada de afuera hacia adentro, quedaría, sin esto, invertebrada. El modelado tiene sobre la talla esa ventaja de permitir construir en realidad ese esqueleto preliminar. Muy típico era el proceder de los artífices mayas trabajando con estuco, los cuales construían un "ánima" de piedras hábilmente dispuestas, la cual, aunque no apareciera en la superficie de la obra terminada, le comunicaba un aspecto monumental, ligándola con el trabajo arquitectónico de piedra.

El modelado interesará menos que el tallado por no tener dificultades o límites técnicos. Pero en este caso, se juzgará con más seguridad el valor de la obra porque el espectador ya no está en presencia de límites materiales, los cuales hay que respetar por fuerza (talla de piedras duras), sino de límites impuestos por el artista mismo, con fines únicamente estéticos, y cuyo trazo reflejará fielmente la opinión estética del escultor. Por eso también es bueno conservar el límite entre objeto usual (jarro, pipa, etc.) y escultura propiamente dicha; el primero teniendo siempre (a menos de ser totalmente degradado) la belleza "standard" de su utilidad doméstica; el segundo, infinitamente más complejo, teniendo que crearse su propia utilidad.

 

David Alfaro Siqueiros
Un verdadero rebelde en arte

Fermín Revueltas

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